A medida que crecemos, hemos seguido patrones que limitan y fragmentan nuestra experiencia de vida. Sabemos ahora, en estos momentos, tan poco de la cocina de la tierra, que es muy probable que una o varias generaciónes olviden que es ser parte del planeta tierra; y como en ella abunda el alimento para cada ser vivo que habita hasta en sus rincones más escondidos.
Rodeados y criados con publicidades promocionando solo comidas de empaque, la vida y los placeres se vuelven saturados de colorantes y saborizantes artificiales. Y la salud es ahora como un estadio sólo puede ser alcanzado por obsesivos compulsivos.

La verdad es que hoy es más sencillo encontrar a una persona hablar de comida rápida, que de una dieta sana o balanceada. Se habla más de las trampitas del fin de semana que de seguir constantes encontrando eso que buscamos. Gravitamos en pensamientos de hambre y deseo incrontrolable por las comidas saturadas en grasas, que nos aferramos a estas costumbres, ignorando, descalificando lo tan dañinas que puedan ser para todo nuestro ser. Las hacemos diariamente concientes o inconscientemente.

Las texturas, los colores, y los sabores más artificiales son normalizados, y los alimentos naturales cada vez más extraños. Si algo no es promocionado y sobremanufacturado, se vuelve extraño al gusto y el tacto. Se relaciona con fealdad y se deja de apreciar la posible obra de arte que la vida invita a degustar, a crear, para emocionar la lengua y al paladar.

La buena alimentación, el ejercicio, el dormir, y la calma pasan a ser fantasmas y delirios culturales, ya que a pesar de que todos se encuentran en búsqueda de estas sensaciones, optamos por elegir las opciónes más rapidas y caras del menú. Dietas milagrosas, retoques, y cirugías plásticas personifican el ambiente, se insertan en las mentes, y continuan comerciando, utilizando los medios para definir lo que la belleza representa.

Quienes viven más plenamente, comienzan por atender concientemente lo que ingieren. Los olores, el placer de comer se despierta cuando el cuerpo experimenta los beneficios de los alimentos que en el transcurrir del tiempo, se transforman en nuevos tejidos, dando paso a una nueva, más fuerte versión de si mismos. La vitalidad, la alegría, el sentimiento de estar ligero. El poder de correr, la agilidad, la capacidad de respirar más, son las consecuencias que se aporta la decisión de evaluar nuevos filtros, nuevas acciones con las cuales pasó a paso, y con templanza, se utilizan para ir afianzando, enfrentando y entrenando la responsabilidad de vivir en uno mismo.

Todo comienza hoy día, ahora leyendo este artículo. La pregunta ha sido formulada y la respuesta a un paso de ser aplicada. Tomar acción siempre comienza con uno mismo, y la necesidad de mejorar, se espera sea algun día del conciente colectivo.
Y aunque muchos desafíen la corriente de transformarse, es aplicable solo para aquel que desea elevarse.

Suscríbete gratis

Reciba actualizaciones, noticias, notificaciones y otras comunicaciones.
* Requerido

¿Te gusta Denuncias Cartagena? ¡Comparte con tus amigos!

porciudad