El estado de cosas de la salud Wayuu

En La Guajira existen tres EPS indígenas: AIC, ANÁS WAYÚU y DUSAKAWI, que tienen afiliados más del 80% de esa población y les prestan servicios en más de 30 IPS indígenas que se encargan de actividades de primer nivel y baja complejidad, y alrededor del 98% de los niños que han muerto están afiliados a alguna de las EPS indígenas.

Esto significa que el Estado ha estado pagando la afiliación completa para la atender a los niños, pero los recursos no se han utilizado para brindarles la atención que necesitan. Entonces ¿dónde está el dinero? ¿quién se lo ha robado?

¡La crisis humanitaria que viven los niños Wayúu es alarmante y requiere atención urgente!

El modelo de subsidio a la demanda resulta inútil para los indígenas en la alta Guajira porque es una población dispersa en el territorio, y no reciben servicios por la falta de oferta ante la ausencia de clínicas, hospitales y centros de salud en la zona. Es necesario un cambio de modelo para llevar los servicios de salud a lo más profundo del desierto guajiro que permita atender a las comunidades de manera efectiva.

Es por esto que se ha planteado un plan profesional junto a las comunidades indígenas con el apoyo del Ministerio de Salud, que requiere capacitar más de mil promotores, contratar más de doscientos médicos, especialistas y enfermeras, además de contratar los vehículos necesarios para llegar a las zonas remotas de La Guajira, y evitar que los niños mueran de hambre detectando a tiempo los graves problemas de desnutrición.

Al mismo tiempo hay que abordar el tema de la producción de alimentos, un desafío complejo en el desierto guajiro, agravado por otros problemas de administración y gobierno, junto con la ejecución de los recursos.

La situación exige un enfoque integral que abarque no solo la atención médica inmediata, sino también la solución a largo plazo de los problemas subyacentes que contribuyen a esta crisis, lo cual implica abordar las dificultades en la producción de alimentos, suministro de agua potable, falta de acceso a servicios de salud de calidad y la infraestructura insuficiente en la región.

Estos factores determinantes contribuyen a la situación crítica en la que se encuentran los niños que mueren por desnutrición.

Por eso es que resulta inconcebible que, en medio de esta crisis, los recursos destinados a la prestación de servicios de salud no se estén utilizando para tal fin, sino aprovechando para financiar las campañas a las alcaldías, gobernación, concejos y asambleas.

Es indignante que los niños hayan fallecido debido a la falta de atención médica e inasistencia, a pesar de que el Estado haya dispuesto los recursos necesarios, incluyendo las transferencias del Sistema General de Participaciones a los resguardos indígenas. ¿dónde está ese dinero? ¿quién se lo ha robado? ¿qué han hecho los órganos de control y judiciales?

El Gerente Especial Luis Gómez Pimienta, sin dudar de su incansable labor basada en conciencia y solidaridad para abordar la crisis humanitaria de los niños Wayúu, está enfrentando grandes obstáculos con la falta de recursos, y afirma que “si seguimos por este mismo camino, los niños seguirán muriendo, y es responsabilidad del Estado corregir esta situación” porque no cuenta con un presupuesto propio ni oficina adecuada. Todo lo que ha logrado hasta ahora ha sido gracias a los aliados comprometidos.

Es hora de que el gobierno y todas las entidades involucradas asuman su deber y tomen acciones enérgicas. El apoyo del gobierno no puede quedar en palabras vacías, sino traducirlo en acciones concretas y contundentes para solucionar el problema.

Es momento de actuar con determinación, empatía y eficiencia para brindar a los niños Wayúu el futuro que merecen, lleno de vida, salud y oportunidades.

La Guajira necesita una verdadera transformación, y depende de todos nosotros hacerlo realidad, excepto los politiqueros y malos gobernantes que se han robado todo desde hace más de veinte años junto con los contratistas corruptos, mafiosos, ONG sin escrúpulos, entre otras figuras de esa fauna maldita que han impuesto sus intereses personales para lucrarse con la necesidad ajena sin importarles la vida de los demás, aún de la niñez wayuu. Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí…@LColmenaresR

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